Se dice que se puede correr con cabeza o con el corazón. La predominancia de uno u otro factor no es lo más importante pues ambos elementos deben compartir el esfuerzo.
Habría quien podría decir que lo suyo es correr con las piernas y tampoco le faltaría la razón. De seguro, le asistiría plenamente.
La discrepancia surge cuando el tiempo de entrenamiento apremia y resulta una necesidad; cuando buscar el máximo rendimiento con mínimo esfuerzo se convierte en un objetivo ineludible.
Sin desdeñar la importancia de las características físicas, la forma y el pleno condicionamiento del cuerpo; la aptitud y la actitud, el talento y la psique, se revelan y rebelan para elevar a la máxima potencia posible la energía transformada, la fuerza y el "tren".
Resulta lo más básico en las fases de inicio en las carreras de fondo de la disciplina atlética, buscar una motivación para correr, entrenar y competir (salud, autoestima, relacionarse sin llegar a la "metrosexualidad"...), porque hay que sacar tiempo para hacerlo dos horas o dos horas y media desde la última comida, para calentar y para estirar -momentos estos los que podemos afianzar nuestras categorías mentales- y de esta manera aprovechar, incluso antes de empezar con series, técnicas de carrera o ejercicios anaeróbicos, para pulir el "tren" a nuestro antojo y convertir el monótono, abstraído e incluso aburrido y desgastador golpeteo contra el suelo, para cambiar ritmos y concentrarse en la principal causa del reconocimiento de "fondista"; el control del esfínter.
Dado en sede virtual el 28 de junio de 2.016