Cuando
el imperio de la Ley cede hacia otro ESTADO DE COSAS distinto, imprevisto, sin
garantías, completamente discrecional, clasista por definición, irrespetuoso
con la generalidad, provocador de la crisis institucional, generador de
desigualdades previas, tirano, impositor, desconsiderado con los derechos humanos,
censor, anárquico, desordenado.
Ese
otro Estado, imperfecto, de conveniencia y dictatorial, no es un “status quo”,
es un error, caldo de estados de necesidad y la causa de un sistema que nace viciado
de raíz, de modo que no se puede esperar más de él que de aquello que lo ha
generado, ni siquiera un lodo menos espeso. Entonces, la nobleza de la
naturaleza humana peligra y la escalada de la corrupción está servida. Rota la
baraja, desprovistos de reglas, el desarrollo, el progreso y la evolución
humana misma, están en decadencia. Empezamos el principio de la degeneración y
las fases de estancamiento son un desahogo en el precipicio pues su premisa
básica es el desprecio a la vida de los demás. Refrenar la caída se convierte
en un objetivo.
Dado en sede virtual el 23 de diciembre de 2.014