miércoles, 25 de diciembre de 2024

DE LA VIRTUD Y EL CONVULSIONISMO

 ¿Qué es la virtud? Desde luego algo subjetivo en el que la tiene y en el que la recibe (emisor-receptor).

Para  un “humanista” sería lo bello y para un matemático lo proporcionado.

Ambas cualidades las recibimos a través de los sentidos y de éstos los principales son la vista y el oído. Luego están el tacto y el olfato, también útiles; y ¿Cómo olvidar al sabor?

Si la belleza está en lo proporcionado y lo proporcionado es bello ¿Dónde está la ponderación óptima entre ambas virtudes?

De los dos sentidos aparentemente más importantes (La vista y el oído), el segundo tiene su contrapunto en la boca, muy cerca del olfato e integrado con el gusto.

El hombre convulsiona cuando se hace plenamente creyente en un ser todopoderoso. La captación del “ente” es muy superior a la capacidad humana de tenerlo permanentemente presente.


La existencia de Dios nos llega en forma de destellos que se digieren mejor a medida que nuestra edad avanza.

Mientras nos consumimos físicamente nos integramos no sólo con la idea sino con Su existencia misma al tiempo que formamos parte de Él.

En resumen, nos deformamos conforme nos completamos y se acerca la perfección, que no alcanzamos con la muerte.

De modo que esta teoría nos mantiene vivos, integrantes de un todo personal y universal naturalmente capaz de concebirlo en el mayor acierto, pero también de acertar con los mayores fiascos hasta el extremo de su negación.

No damos las gracias cuando somos felices y confiamos los momentos insufribles a la última esperanza para atenuar el dolor y para comprenderlo; sobrellevarlo.

Sólo una verdad dogmática transferida voluntariamente nos puede llevar a afirmar la resurrección de la carne y la vida eterna. ¿Cuándo? ¿Cómo? y ¿Por qué?... la solución no está en el discernimiento de estas cuestiones sino en su aceptación sin más.

Por eso podríamos concluir, algo, sin explorar en el mundo de la materia ni tampoco en el del espíritu. La mayor virtud no se ve, no se sabe; esto es, está en aquéllo que no se ve, que no se conoce.


Dado en sede virtual el 25 de diciembre de 2.024, Navidad.